Al hablar de las emociones, viene a mi mente un sin número de comentarios que escucho en consultas, uno de los más comunes es el temor a expresarlas, ya que se teme estar actuando de manera exagerada y lo más fácil es reprimirlas o ignorarlas.
Es por ello que considero importante reflexionar sobre este tema como una manera de aclarar conceptos y empezar a verlas como lo que son: una oportunidad para aprender, crecer y madurar.
De acuerdo al autor Walter Riso, “Querer enterrar todas las emociones no solo es una tarea imposible, sino peligrosa para la salud, ya que su contención produce un desequilibrio mente-cuerpo. En estos casos, el organismo, además de aburrirse como una ostra, desaprovecha recursos energéticos, pierde motivación y decae en su capacidad comunicativa. Las investigaciones psicológicas son claras en demostrar que el desconocimiento de los propios estados emocionales acorta la vida y predispone a todo tipo de enfermedades”.
Lo primero que me gustaría mencionarles es que las emociones se dividen en primarias y secundarias. Esto quiere decir que las primarias como el enojo, la tristeza, la alegría y el miedo se identifican por ser innatas, de corta duración, naturales y su función es adaptativa; mientras que las secundarias como la vergüenza, la ansiedad, el resentimiento, entre otras, las hemos aprendido dentro del contexto en donde crecemos y tienen un mayor peso cognitivo, y por lo tanto, no tienen una función biológica adaptativa. Por el contrario, pueden enfermarnos, ya que ellas no se agotan a sí mismas y pueden permanecer años.
Al comenzar a familiarizarte con las emociones, es importante conocer la función de ellas, empezar a normalizarlas como parte de la naturaleza humana y detener los juicios que has repetido una y otra vez. Es importante subrayar que en la aparición de las emociones, algunas de ellas son irracionales y son producto de una activación de pensamientos disfuncionales. Y lo ideal es aprender a manejarlas, ya que su aparicion no tiene nada que ver con una realidad objetiva.
La realidad es que las emociones existen para que podamos buscar el equilibrio en nosotros en las diferentes situaciones que vivimos.
Como una pequeña guía puedo mencionarte que, en términos generales, esto lo realizarás a través de la conexión contigo mismo siguiendo algunos pasos:
Reconocer que algo estás sintiendo. A nivel físico, ¿en qué parte del cuerpo lo siento? Y a nivel emocional, ¿qué tan intenso lo siento del de 1 a 10?
Observar si la emoción tiene una conexión con tu pasado. Para ello, te puedes preguntar ¿Qué estoy pensando? ¿Qué me recuerda? Desde el enfoque de esquemas, en este punto entraría esa reparentalización con el niño o niña dentro de ti, y de manera amable te hablarías desde la compasión, ejerciendo la validación contigo.
Luego gestionamos esa emoción a través de diferentes estrategias como escribir, compartirlo con alguien, o realizando una actividad puntual. En el caso del enojo podemos saltar la cuerda.
Una vez canalizada, evaluaremos el aprendizaje. Por ejemplo: crear frases que puedes decirte la próxima vez que experimentes algo parecido; recordarte que puedes responder de forma distinta y que tienes diferentes opciones.
En los casos en los que una persona sí necesita atender temas puntuales que no le permiten lograr una regulación emocional apropiada, es crucial iniciar un seguimiento terapéutico donde se le muestren ejercicios precisos para trabajar con sus emociones, así como ayudarle a procesar eventos que pudieron haber marcado su vida de manera significativa.
Ahora te pregunto: ¿Cómo aprendiste a conectar con tus emociones? ¿Cómo reaccionas ante la expresión emocional de otro? ¿Reconoces que la aparición de tus emociones es natural o te consideras vulnerable por sentir?
Importantísimo tema y fantástico resumen!!!!