EL PODER DEL NO

Escucho con frecuencia en la consulta el cómo cuesta decir No a las peticiones o demandas de otras personas, sobre todo si se trata de amigos, familiares y compañeros de trabajo; Tal vez por la idea de que el decirle No a alguien pueda ser interpretado como un acto de descortesía y poca amabilidad.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad, lo único cierto es que cuando caemos en esta conducta estamos siendo descorteses con nosotros mismos.

El utilizar la expresión del No es signo de ser asertivo, de verte a ti mismo como un ser que tiene derechos, que merece poder expresar lo que necesita, en pocas palabras también es una manifestación de amor hacia uno.

La autora Olga Castanyer en su libro Aplicaciones de la Asertividad, menciona que “La persona asertiva es la que no depende de la evaluación de los demás y puede permitirse dar opiniones contrarias a la mayoría, o ser incomprendida o incluso rechazada, sin por ello rebajar su autoconcepto de valía”. Explicando que “La autoestima está estrechamente ligada a la asertividad”.

La duda aquí sería, ¿Cómo está construida esa autoestima en cada uno de nosotros?

Desde el enfoque terapéutico de esquemas se observa, que cuando un individuo no ha sido nutrido en su hogar mientras crecía con las necesidades emocionales básicas, puede desarrollar carencias, y en este punto me refiero a una de estas necesidades que es la de tener autodirección y libre expresión.  En este caso, el individuo puede desarrollar los esquemas de subyugación, autosacrificio y búsqueda de reconocimiento, por lo tanto al instalarse en la persona estos esquemas, la probabilidad de que se deje en segundo lugar es altamente probable e incluso llegue a ser considerado una linda persona porque parece estar siempre disponible.

Todos hemos topado en nuestros contextos con aquella persona que a todo suele decir que sí, por ejemplo: “Dile a ella que te cubra porque es tan linda que apoya a todos”, “Fulano me presta dinero, ese hombre es muy bueno con todos”, entre muchos más que he escuchado.

La gran realidad es que pueden ser personas que no se ven a sí mismas y como si estuvieran programadas han tenido que ceder desde la niñez, ejemplo: “Dale el juguete a tu hermano porque tú ya estás grande”, “Ve por la ropa que yo no puedo”. Nunca hubo una pregunta antes de “Hija(o) ¿tienes tiempo para esto?” o un límite al hermano como “Entiendo que quieras ese juguete pequeño, pero tú hermano ahorita lo está usando, en cuanto él termine te lo presta”.

El autor Walter Riso nos menciona en uno de sus libros: “una persona es asertiva cuando es capaz de ejercer y/o defender sus derechos personales, como por ejemplo, decir “no”, expresar desacuerdos, dar una opinión contraria y/o expresar sentimientos negativos sin dejarse manipular, como hace el sumiso, y sin manipular ni violar los derechos de los demás, como hace el agresivo”.

Cabe resaltar que no estoy hablando de ser egoístas, es ver que eres tan importante como él otro, si al tener esta autodirección veo que no me afecta decir sí a la petición de otra persona, entonces con todo gusto se puede hacer ese favor, pero sí el decir sí implica anularme, tenemos un problema.

Es relevante mencionar que no se debe ser asertivo ante una situación de riesgo a la integridad física y que no es asertividad andar salpicando críticas a los demás en nombre de una falsa honestidad.

Claro que se puede prestar ayudar voluntariamente a otros, siempre y cuando no caigas en autosacrificio, es válido que tengas gestos de altruismo, pero siendo consciente de tu persona también.

En la terapia también es uno de los objetivos a lograr cuando se trabaja en el fortalecimiento del adulto saludable, el saber poder autoafirmarse, siendo justo al momento de expresarse, esto permitirá que en tu vida puedas tener relaciones mucho más sanas, ya que podrás ser auténtico y transparente a la hora de hablar.

Finalmente, hoy te quiero conducir a tomarte un momento contigo mismo y evaluar: ¿Qué tanto te procuras?, ¿Qué tanto piensas en tus necesidades?